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jueves, 3 de octubre de 2013

"Nadie se muere por nadie, pero así lo seguimos creyendo".



Recientemente leí acerca del fenómeno "recuerdo rosa". Éste nos hace ver el pasado -más bien recordarlo- con un cierto color rosa, con una admiración grandiosa, con un anhelo que hace mirar con pesimismo lo que tenemos hoy por hoy entre nuestras manos. Es quizá una especie de depresión permanente a la que estamos sometidos: ¿quién no mira atrás y sonríe sin poder evitar mirar al frente y tener miedo a lo que acontece? Es nuestra constitución, somos así; al igual que muchos, temerosos del final de la vida o de los problemas y obstáculos que ésta nos pone, sea por la razón que sea, recurren a la religión. Como dijo ayer un profesor mío "hay cosas que no dejarán de existir nunca, y la religión es una de ellas". Me gustaría pensar -y lo hago de hecho- que es un caso análogo al de la  filosofía. Ésta da sentido a problemas, da argumento a escritores, da sentido a otros muchos, y, en el fondo, todos, al igual que planteamos la existencia de un ser supremo, filosofamos.

Es curioso, pues, además de llevar toda la razón del mundo la anterior expresión dictada por mi profesor, llego a la conclusión ya antes esbozada en alguna parte de que hay cosas que no cambian nunca, no ya que no deban, sino que no lo hacen aun así. Según parece, siempre añoraremos el pasado y temeremos el futuro, como si de una especie de mecanismo interno se tratara. Quizás así sea realmente. ¿Será eso lo que nos da sentido? ¿Será algo así como cuando nos damos un golpe y tememos hacer la misma acción veces posteriores? ¿Recapacitaremos alguna vez como para no cometer los mismos errores? Conocemos bien poco de la vida, y quien en ocasiones hace gala de tenerla bajo control cae en el prejuicio de alterar los roles felicidad y dinero, anteponiendo el segundo, dificultando el disfrutar de lo que de verdad importa: de lo que es gratis.

Parece ser que siempre nos atraerá más lo difícil que lo fácil, pero de poder hacerlo, lo haremos todo lo más sencillamente que se pueda; parece ser que tras la tormenta y el vendaval viene la calma; y parece ser que por más que algo te parezca supremo, el tiempo hará que deje de serlo: nadie se muere por nadie, aunque esto no sea una ley universal. Si ya sabemos ésto, ¿por qué lo seguimos creyendo? Esto sí debería de cambiar alguna vez. Volvemos a caer una y otra vez. Y aunque te parezca interminable, ese tiempo de sopesar no es eterno, es fugaz, claro que sólo alcanzamos a verlo una vez se ha disipado, o cuando está en proceso. ¿Es algo que debería de cambiar algún día? Puede. Deberíamos dar más por menos, "morir un poco" en el sentido de dejarnos caer hacia un lado de la balanza, u al otro, pero no del todo; darnos cuenta rápidamente de que el pasado está asentado con fuerza, y que la mejor historia aún está por escribir. Nadie da duro a cuatro pesetas así como nadie espera para siempre. Todo fluye, todo pasa; anidado a lo que pasa alrededor, esas circunstancias de las que habla un filósofo Español. Lástima que a veces no todo esté en nuestras manos. ¿O es ésto un ejemplo más del recuerdo rosa?


Claro que, como en todo, caben excepciones, y es que el ser humano es tan impredecible como sorprendente.




"No llores porque acabó. Sonríe porque sucedió"
-Anónimo.