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jueves, 30 de mayo de 2013

El paso del "premiarme por hacerlo" al "premiarme al hacerlo".

Podrá parecer una tontería, pero cuando era pequeño se me hacía un mundo el tener que leerme un libro de apenas cien páginas, y era mi padre el que me motivaba a hacerlo premiándome económicamente por ello. Sin embargo, era yo quien escribía por placer. Inventaba una serie de historias con protagonista incluido, y mis amigos de entonces me leían inclusive.
El caso es que yo leía, sí, pero la mayor parte del tiempo porque obtendría una recompensa. Eso era todo, eso significaba un libro para mí. Era un medio aquello: un medio hacia eso que quisiera comprarme en aquel momento. Claro que, por ejemplo, esas Nike que tanto deseaba nunca estaban a mi alcance: no se me permitía gastarme nada a no ser que fuera la mitad de lo que tuviera ahorrado, y obviamente, yo no era capaz de ahorrar 260 euros para gastarme los 130 euros que valían esas dichosas zapatillas. Aun haciéndolo, no se me permitía. Así como tampoco el salir hasta demasiado tarde, o a veces ni tan siquiera se me permitía salir, alegando que, bueno, que no podía. De eso se solía ocupar mi madre: de no dejarme salir a pesar de mi buena conducta.
Cuando terminaba un libro se me compraba otro, y se me ofrecía otra recompensa por él. Tanto fue así que el precio que me pagaban por leer ascendió de los 5 a los 20 euros. Yo seguía leyendo, aunque con asco, siempre con asco, porque no me gustaba en absoluto. Me gustaba escribir, pero no leer. Además, la gente de mi clase me miraba con mala cara al contarles yo este tipo de cosas, pues a mi corta edad me había leído un gran número de libros. Hasta aquí se me "premiaba por hacerlo".
No recuerdo con exactitud cuándo pero sé que en algún momento, allá por los 14 años, (cuando ya no se me premiaba económicamente por leer desde hacía bastante), esto empezó a cambiar: empecé a leer por mí mismo, cual crío que monta en bicicleta sin las ruedecitas de apoyo. Puede que no os lo creáis, pero eso hizo que dejara de tener faltas ortográficas, y que aprendiera a expresarme mejor y me distinguiera del resto de la clase. Cuando surgía algún conflicto siempre me pedían ayuda mis compañeros para que yo testificara en el colegio, o, ya de más mayor, en el instituto, para que redactara la carta que viese oportuna para salir del paso: yo sonaba "creíble", y sabía hablar, decían. Seguí y seguí, y aquí estoy, en una carrera de Letras. Y aprobando. O mejor dicho: y aprendiendo, que es lo importante.

Cuando voy a mi casa y echo un vistazo a esa estantería que sigue en su sitio pese al tiempo que ha pasado, me doy cuenta de que me he leído bastantes libros ya. La mayoría de los que están en ese estante son de cuando empecé, desde los 6 a los 12 más o menos, por los que me pagaban por leer. Sin embargo, comparten estanterías con otros tantos por los que no se me premió, los cuales me premiaron a mí en sí mismos, libros como Rebeldes o Pendragon: El mercader de la muerte. Esos dos en especial me marcaron mucho. Pero claro, a día de hoy he leído de Nietzsche, de Platón, de Descartes y de Ortega. También de Viktor Franklin, de Kant, de Hume, de Savater, de Winner, de Russel, de Chalmers, de Popper, y de otros tantos, así como de autores que han sido profesores míos, como es el caso de Tomás Melendo o Jose Luis del Barco.
Es hoy cuando veo que no hay cupo, que puedo seguir leyendo sin miedo, es más, lo necesito: sin leer no se pueden entender muchos de los sucesos de actualidad. Es hoy cuando "me premio al hacerlo". Obtengo recompensa directa. Obtengo palabras nuevas que invierto en esto, en expresar ideas, sentimientos, opiniones, las que sustento. No se puede alcanzar una cierta visión crítica si no se detiene uno a observar con cierta distancia objetiva, si no le prestamos atención a esos autores que tuvieron repercusión, o a aquellos otros que aunque no la tuvieran directamente, algo aportaron. Todo el mundo tiene algo que decir, algo relevante, que nos servirá. Está en nosotros detenernos un segundo para aprender. Está en nosotros leer el periódico cada día y vivir informados, atendiendo a esos artículos de opinión en los que muchos expresan su situación, o hacer la vista gorda y no ver más allá del televisor, y de los programas basura y los partidos de fútbol, que buscan a  toda cosa desatender esas mentes que siguen empeñadas en pensar.


A mis colegas de entonces les parecía estricta mi educación. Hoy yo estoy donde estoy, y ellos siguen en donde yo estuve en algún momento. Tanto es así que soy el único de mi clase de primaria que ha llegado a cursar estudios superiores.
Aprovecho para enviarles saludos a todos ellos desde aquí, desde Málaga, desde la universidad.

martes, 28 de mayo de 2013

"Del mono al hombre, y del hombre al mono."

Un mono puede escribir. ¡Claro que puede!, ponle en su mano un lápiz y trata de indicarle que trace una línea y que haga tal o cual cosa. Acabará "escribiendo". Pero, eso no se asemeja ni mucho menos a lo que hacemos nosotros, o mejor dicho, a lo que es capaz de hacer el ser humano.

También se dice que los animales tienen lenguaje, como los humanos se atreven a comparar algunos. Esta comparación tendría sentido en un ámbito sin profundidad, en una conversación que no trasciende, o viniendo de una persona que no ha tenido la oportunidad de estudiar más allá de lo básico; pero lo cierto es que no es así. No por nada en especial, sino porque mientras que el animal emite una serie de sonidos que les han sido determinados por su especie, por su genética, el humano es capaz de aprender ingles, francés, español, italiano, húngaro, ... ¿Cuál es su lengua madre?, el animal tiene una prefijada, el ser humano no. Y no solo esto, sino que nosotros estamos capacitados de expresar mucho más allá que una mera advertencia ante un problema.

Al decir esto me viene a la cabeza los elogios que algunos me lanzan por hacer lo que hago, por escribir lo que escribo, expresando lo que expreso; como si fuera algo fuera de lo normal. ¿Lo es realmente?, qué va, todos podríamos hacerlo, claro que juego con ventaja: la televisión haciendo gala de lo absurdo que puede llegar a ser el hombre, las cosas que dice y de la forma tan mala que las dice, me hace quedar mejor. Yo solo soy uno más con sus circunstancias aferradas. La diferencia yace en que quizás yo sí sea capaz de expresar lo que siento, haciéndolo (a la par que lo escribo) más interesante. Yo no escribo, yo intento acariciar las palabras para darles forma. Así se atrapa al lector: metiéndolo en una especie de laberinto que, al ser placentero, no le apetece para nada salir. Como se suele decir "sarna con gusto no pica". Ésto hago yo, y ésto podría hacer el hombre en general si no anduviera perdido en programas televisivos que nos hacen generalizar la estupidez humana. Cada vez es más común los programas de debate en los que nada se debate, por paradójico que pueda parecer a simple vista. Todos son gritos, amenazas, gestos y malas formas. Y no es de extrañar ver a alguno de ellos el cual, a pesar de tener por delante un papel con información relevante al caso (relevante en ese ámbito, pues fuera de él a nadie le importa) es incapaz de expresar una idea, y no sale del "Ehm, bueno, ... Es que tú... Es algo así como, en plan, mmm..." y empiezan los gritos.

Al final va a resultar que la evolución es un círculo cerrado, pues a pesar de que el mono se convirtió en hombre en algún momento de la historia, éste volverá a convertirse en mono. Al menos esa apreciación extraigo cuando veo a esos hombres salir del gimnasio, sin gesticular palabra alguna, sin ser capaces de expresar ideas (y quizás: sin capacidad de pensar siquiera), solo emitiendo una serie de sonidos, y con una apariencia cada vez más semejante a la de un mono.

¿Será ese nuevo mono capaz de escribir?


lunes, 20 de mayo de 2013

Mi interpretación del "Eterno Retorno"

El viernes fue aprobada finalmente la Ley Wert a la que tan poco respeto y palabras de cortesía guardo. Pues bien, esto me lleva a hacer uso de la lengua escrita, y a demostrar debidamente (una vez más, de tantas) para qué sirve la  filosofía. Esta vez voy a explicar mi interpretación propia sobre la idea del Eterno retorno del filósofo Nietzsche, que a mi parecer viene como anillo al dedo. Ya veréis el porqué.

Nietzsche, autor al que le guardo gran aprecio, expuso en su obra la idea del Eterno Retorno. Esta nos venía a decir que el tiempo no es lineal tal cual lo conocemos, el cual va pasando y quedando atrás, sino cíclico; es un ciclo que se repite. El tiempo es circular por tanto. El tiempo va fluyendo hasta que llega al final, en el que se colapsa sobre sí mismo y vuelve a empezar. Un circuito cerrado.
Claro que, esto implica que una, y otra, y otra vez, se de siempre lo mismo. Con los mismos fallos, los mismos errores, los mismos aciertos, las mismas alegrías, desengaños, tropiezos, éxitos, amores y desamores, ...

Esta es la idea, más o menos glosada, abreviada y explicada para que se entienda; del eterno retorno. Pues bien, ¿no es realmente lo que pasa hoy día, y lo que ha venido pasando desde siempre?
A muchos he oído decir que Nietzsche realmente entendía el mundo como tal, como un ciclo que se remonta a lo anterior una vez que se derrumba. Es decir: una vez mueres, vuelves a nacer, y vives tal y como lo hiciste. Yo pienso que no. Este filósofo era bastante inteligente como para caer (o no, quien sabe) en un tropiezo como ese. No tengo conciencia de lo que hay tras la muerte, pero estoy seguro de que él no quería dar esa visión. Esa interpretación es a mi parecer un completo equívoco. Un contra que tiene este autor es que el escribir en metáfora, aunque bello, a veces le juega malas pasadas, pues la gente ve en él lo que quiere, lee lo que quiere, y en consecuencia: interpreta lo quiere: no podía ser de otro modo. Pienso que en realidad quería dejar constancia de que el tiempo se repite, una y otra vez, pero no de forma física y real. Veámoslo con ejemplos.

Decía que me venía como anillo al dedo al principio del escrito por esto mismo: "la reforma de Wert ha sido aceptada", ¿cuándo?, viernes, día 17 de Mayo de 2013. Bastó un día (incluso menos) para que Rubalcaba saliera en el telediario asegurando que en cuanto releve el gobierno derrogará dicha ley. Por tanto, vemos como son cíclicos los hechos. ¿Se aprecia?

La gente guarda fe en que tras el PSOE gobernará el PP; y viceversa. A la época de calor, sol y playa, buen tiempo, verano; le sucede el frío, nubes grises y lluvia, mal tiempo, invierno. Al auge le sucede la crisis, y a ésta... Aún no lo sabemos.
Empezamos fuerte con algo, nos llevamos un chasco, y a pesar del golpe volvemos a tropezar con la misma piedra.
Estudio para un examen, lo apruebo, descanso, pero sé que en breve tendré que estudiar para otro, y que volveré a descansar, y... y... Todo se repite.
Confías en alguien y lo das todo por él, hasta que te traiciona. Juras que no volverás a caer en el mismo error y, en un margen de tiempo, teves desaviado de nuevo. Con la misma cara (exactamente la misma) que te quedaste la última vez. Y esta vez doblemente decepcionado. Quizás no seas consciente, pero yo te lo adelanto: y no será la última.
Muchos pretenden ser los que lo hagan mejor, y no se dan cuenta de que más tarde llegará otro que les supere. Por un pequeño margen de tiempo disfrutarán de la gloria, pero el tiempo no se detiene. Sigue y sigue. Y tomando sentido las palabras de Nietzsche: es cíclico. Así, Roma creció para más tarde caer. El imperio Napoleónico se hizo fuerte para más tarde caer estrepitosamente.
Tras la lluvia sale el sol, y el arcoiris. Pero todos sabemos que volverá a llover, al igual que esas aves que migran volverán cuando no haga tanto frío. Al igual que cuando vemos el atardecer no nos causa en nosotros ningún sentimiento, pues somos conscientes de que, cíclicamente, el sol volverá a salir mañana. Y así volverá a ser pasado. Y el otro. Día tras día todo igual. Rutinario. Circular y no lineal. Pues lineal es la concepción de los relojes, la del tiempo tomado como físico, pero, ¿qué hay de los hechos?, no dejan de ser tal y como decía Nietzsche, ¿o acaso aparcas el coche por última vez? Siempre sabes que volverás a arrancarlo cuando te bajas de él y cierras la puerta. Se repite.

¿Tiene o no sentido la idea de Nietzsche? Claro que la tiene, solo que hay que saber interpretar lo que pasa. Como en todo. ¿Trasciende hasta hoy?, ¿sirve? Claro que sirve. Te hace plantearte cómo estás viviendo tus días, si haces lo correcto, y en ocasiones esto genera la chispa que hace que cambies de parecer con respecto a algo que creías correcto y que no era. En general, te hace pensar. Basta con prestar un poco de atención. Claro que, entiendo que no sea del todo correcto promover el pensamiento: de hacerlo, ¿quién va a rellenar la casilla de la iglesia en su declaración de hacienda?, por ejemplo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

"Cuando el cielo se torna rojizo significa que va a llover"

Muchos dicen eso de que "todos los días te acuestas sabiendo algo más", y no les quito razón, al contrario, se la otorgo. Lo que quizás vería oportuno refutar es que pocos son conscientes de la cantidad de cosas que aprenden en un día. Aprenden como sinónimo de observar, de ver, de ser partícipes en un determinado momento, lo cual no quiere decir que lo aprehendan, que lo entiendan, que lo guarden para sí. 

Todos los días en clase veo cosas nuevas. Ahora estoy viendo en Conocimiento, Ciencia y Sociedad el cambio de enfoque de la ciencia y la tecnología, la caracterización de ambas, las diferencias entre ciencia y técnica que son varias, ... Habrá a quien le interese, pero a mí sinceramente no me entusiasma. Me parece un tema interesante, pero con el cual echando un simple ojo y entendiendo el conjunto me doy por satisfecho, ¿sabes a lo que me refiero? Y ni que decir de otras asignaturas que no mencionaré por respeto, pues esas sí que no despiertan interés alguno en mí, y si las estudio es por deber, y no por placer. 
De todo esto se aprenden cosas. Se aprende que, por ejemplo, algo me disgusta mientras otra cosa todo lo contrario. Aprendo que la gente sigue comportándose como tal, o que por extraño que parezca, varían su forma de actuar ante las circunstancias. Aprendo que la apariencia no para de despistarme, y aunque ya haya tenido experiencias trágicas con respecto a esto, no soy capaz de distinguir la apariencia de la forma de ser de cada persona, más que nada porque pienso que nadie es de una manera u de otra, en cualquier momento puede actuar de una forma diferente a como lo hacía hasta ahora. Después de todo el hombre no está determinado a diferencia de los animales. Su actuación no la determina un gen, así, ¿qué te garantiza que alguien seguirá siendo así mañana?

Todo eso. Pero, paralelamente, se nos olvida que el cielo sigue en su sitio. Parece como si nos cegáramos y el día a día nos impidiera, no sé, ver más allá de las relaciones entre las personas, los temarios para estudiar en caso de ser estudiante, los problemas laborales, la economía de casa, los... todo eso. El cielo sigue donde está, y desconectar de vez en cuando para observarlo no está nada mal. 

Ayer me fui a la cama sabiendo muchas cosas más, pero de entre todas, la que recuerdo es que cuando el cielo se torna rojizo significa que va a llover. Fue algo fuera de lo común, y quizás por eso lo mantuve en mi mente. Esto a su vez me dice algo, y es que a ese "El saber no ocupa lugar" podrían achacársele cosas, pues sí que ocupan lugar

sábado, 11 de mayo de 2013

¿Qué está pasando?


No paro de preguntarme cosas, y de entre todas ellas, pocas respuestas hallo. Me he llegado a plantear que el contar con la capacidad de razonar nos hace desgraciados, pues somos nuestros propios asesinos al caer en preguntas que, al no poder contestar, nos ahogan hasta provocarnos la muerte, de forma suicida. Nos atrapa el no saber qué habrá tras la muerte, y a muchos, a mi juicio incapaces de hacerse a la idea de que tal pregunta no tiene respuesta, les da por tener una creencia que sobre nada se sustenta, con el fin de, al menos, contar con una solución al paradigma.

De resultas, llego al punto en el que me pregunto qué es lo que pasa con el mundo actual. Estudiando veo que en la antigüedad llegaron a muchas conclusiones que hoy día tienen aplicación en la actualidad, como por ejemplo la geometría de Euclídes, las estrellas descubiertas por Tycho Brahe, las aportaciones de Galileo sobre el universo, Newton y su teoría de la gravedad, Einstein y la relatividad, Kant y su epistemología, Nietzsche desmantelando la cultura occidental la cual tanta repercusión tendría hasta el día de hoy,... y tantos otros. Fueran polémicos o no, aportaron, haciéndonos más viable el día a día. ¿Hoy?, ¿quién aporta?, el invento más novedoso para la sociedad actual es el siguiente iPhone, que cuenta con prácticamente las mismas características que el anterior pero con algunos megapíxeles más en su cámara. Eso, y más y más redes sociales, todas ellas calcadas a la anterior, las cuales a mi parecer atrapan a las personas.

¿Qué está pasando?