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lunes, 2 de septiembre de 2013

"No hay nada repartido de forma más equitativa que la razón: todo el mundo cree tener la suficiente".


Siempre gusta a uno estar informado. Siempre gusta ofrecer el punto de vista sobre el que uno se asienta, opinar sobre el mismo, o defender tu postura con argumentos más o menos razonados. Pero, eso no implica que lo que intentemos hacer creer sea la mejor opción. Aun así, habrá quien no sea capaz de crear esa especie de esfera que conforman las opiniones de los demás junto con la nuestra, a modo de mapamundi del conocimiento, con el que discernir y crear una mejor opinión conforme se habla con unos y con otros. Lo que suele llamarse "aprender".

Aunque parezca ficción, aún en nuestro siglo (y, en realidad, pienso que nunca dejará de existir, como el mentir mismo) existe quien toma en consideración algo lo cual, aun demostrándole que está equivocado con razones debidamente expuestas, seguirá hondeando la misma bandera. Le da igual. Se niega a aprender. Cree tener la razón, cree estar acertado en sus palabras, y eso le basta, cuando fuera de la testarudez todo tiene mucho más que entender.

Claro que, ¿de qué les voy a hablar a este tipo de personas? ¿De Gibraltar y España? ¿De La Línea de la Concepción? ¿De religión? ¿De la reforma de Wert? ¿De...? Realmente cuesta encontrar un tema, pues ya sea de todo lo expuesto así como de deportes, el sujeto no cede. Hechos como éste explican que aún se voten ciertos partidos políticos aun sabiendo ya desde hace bien poco la implicación de muchos a tramas de corrupción: las personas que votan a corruptos piensan hacer lo correcto, y las pruebas, los "papeles", y lo que diga la opinión pública no es barrera alguna. Así como también que aunque la religión haga y deshaga hay quien reza cada día, esperando no sé bien qué de ese dios que escriben con la inicial mayúscula.

Visto lo visto, se me viene una frase célebre de Descartes, y es que:

"No hay nada repartido de forma más equitativa que la razón: todo el mundo cree tener la suficiente".

Es cuando veo los anuncios de Apple, o de los tan anunciados coches eléctricos, cuando pienso que aunque nos vendan que estamos en una nueva era, en un tiempo de descubrimientos y de alto rendimiento, estamos realmente estancados: ¿qué nuevo invento tenemos? Un teléfono móvil con whatsapp no es un invento. Y, si como vemos, siguen dándose este tipo de cosas, más propio de personas que vivieron en siglos anteriores, más da que pensar... a quien lo hace.


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