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lunes, 11 de noviembre de 2013

"Siempre merece la pena. De no ser así, estaríamos muertos".




Sólo vemos el deber con mayúsculas donde realmente también hay derechos. Sólo vemos complicaciones cuando, en realidad, muy tenue y quizás difusamente, en el fondo del horizonte, donde cielo y tierra se unen; hay una gran recompensa. ¿Acaso no es la esperanza lo que nos mantiene a salvo? ¿De conocer todo cuanto desconocemos, además de desaparecer la filosofía, no desaparecería el sentido de ésto que conocemos como vida? ¿Qué es vivir si no es con miedo y dificultades a las que relevan grandes recompensas?
Donde hay un camino pedregoso también hay un esfuerzo por superarlo que doy por seguro que merecerá la pena. Siempre merece la pena, y quien no lo cree, no vive sino existe. Cuando todo va mal cuesta ver la luz. Los antiguos, los que creían en la religión de Dionisio -el Orfismo- lloraban al ver nacer y celebraban las defunciones: veían la vida como un lastre, la muerte como una salvación. ¿Hasta qué punto debe ser concebido ésto así? ¿Lleva a algún lugar el pesimismo? Visto lo visto, al ataúd.  Pienso que es precisamente el hacernos con las riendas, ponernos en el lugar del metafórico auriga de Platón, lo que nos lleva no ya a alguna parte sino donde se quiera o se esté dispuesto a llegar. La amistad, aunque a veces se torne algo difícil, igualmente tiene gratas recompensas. ¿No ves a alguien al leer éstas líneas? Por poco que de, el naranjo siempre da frutos, de todo lo sembrado siempre se recoge algo. Donde hay nada hay un todo, cuesta verlo pero está. La música, las personas, los lugares, los recuerdos, los sueños en sí, las ilusiones y los esfuerzos, lo merecen. Soñar es gratis económicamente, aunque no todos están dispuestos a pagar el precio moral, la cuantía vital: no todos piensan que merece la pena hacer las cosas. ¿Lo merece esperar?, ¿lo merece arriesgar? Claro que sí. Sí que merece la pena estudiar, sí que la merece ahorrar, sí que la merece todo cuanto hago y se hace.

Sabiendo de antemano que vamos a ir al mismo lugar en que estábamos antes de estar frente a éste texto, o escribiendo el mismo, o posiblemente a otro lugar que, sea cual sea, no dejará de ser algo desconocido que muy probablemente ni aspiremos a conocer, a ese antes de nacer o a un post-nacer del que no nos llegan noticias, ¿por qué no hacer de ésta estancia algo mejor? ¿De qué sirve resignarse? Busquemos respuestas a eternos problemas como pasatiempo, atrevámonos a hacer más que otros. Hagamos de ésto una estancia placentera, sin demasiados excesos para que así podamos disfrutarlo, pero con alguno que otro que nos saque de la rutina. Todo está en la mente, en el cómo se vean las cosas: no con los ojos, sino con el alma. Ese empujón que no nos atrevemos a dar a veces. Ese salto que más que un salto es un pequeño paso hacia delante. Hay que darlo: lo merece, merece la pena. De no hacerlo, nunca sabes qué pierdes, qué ganas, qué dejas pasar o qué atrapas con fuerza. En un abrazo se dice más que en mil ensayos de filosofía, y es algo que tengo siempre presente.

En algún lugar están todas las respuestas, o quizá, muy probablemente, no, no debiendo preocuparnos ésto en absoluto. Buscándolas puede que se nos olvide el problema, y que ésto se convierta en una forma de vida. Puede que logremos encontrar la felicidad, o que nos planteemos volver a intentar hacernos con ella. Cuando lo conseguimos, cuando lo hallamos y lo atrapamos con fuerza, nos olvidamos. Y así va todo: una eterna búsqueda de algo que aun desconociendo echamos en falta. No hay que verlo con pesimismo: ésto nos mantiene al tanto, nos mantiene vivos. Esto es lo que nos toca. Rendirse es lo sencillo, y lo sencillo por lo general no acontece grandes acontecimientos. Hay que luchar: ninguna civilización se formó sin esfuerzos, y ningún gran personaje de la historia logró algo grande sin pasar antes por la superación. Todo supone un esfuerzo,esfuerzo el cual estoy dispuesto a llevar a cabo siempre y cuando merezca la pena.

Después de todo, ten presente que si no mereciera la pena, estaríamos muertos. Pensar nos hace libres y, la libertad, aunque asusta, es lo más grande junto el ser humano.






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