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sábado, 29 de junio de 2013

"Un homenaje necesario a todos aquellos que han complementado mis días de tal o cual forma. El primer año de muchos, espero. Gracias a los que lo hacéis posible: esto es el paraíso."


Uno nunca sabe qué va a suceder. Por más que imaginemos, que planteemos y que creamos tener una idea, nunca es así, y de ésto creo haber escrito con anterioridad. Yo pensaba estudiar algo relacionado con la Educación Física desde pequeño, y mírame. Si estoy estudiando Filosofía se lo debo a mi profesora de bachillerato, que me hizo ver indirectamente que era ésto lo que me gustaba en realidad, con lo que, además de aprobar los exámenes y demostrar en ello mi soltura al escribir, aprendía y reflexionaba, por ello desde aquí aprovecho para agradecérselo. Todo eso, además del apoyo que me dio para decantarme a hacerlo y no pensar tanto en las consecuencias que pudiesen derivarse de ésto. Claro que, no habría sido posible el empezar esta aventura sin el consentimiento de mis padres, los cuales además son los que arriman el hombro para que pueda yo estudiar.





Vine aquí un tanto perdido. Los primeros días los pasé solo porque mi colega Ismael aún no había llegado. Nos fuimos adaptando juntos, aunque lo de estar solos costó en cambiar. Poco a poco fuimos conociendo gente... y hasta el día de hoy.
Después pasar este año viviendo fuera de casa saco muchas, quizá demasiadas, conclusiones al respecto.
Sigo pensando que la memoria es el mejor equipaje con el que cargo, y que la experiencia, los recuerdos, sirven de mucho.

La primera de las conclusiones de las que quiero hablar es que, como decía al inicio del texto, nunca sabemos qué va a pasar. Y con esto me refiero a dentro de una hora, de una semana, o de un año. Lo corroboran hechos como el de levantarme de la mesa en la que comíamos todos los días los que nos hacíamos llamar compañeros unos a otros, mirando por última vez a aquel que hacía llamarse amigo mío, al que nunca más volví a ver, el cual decidió optar por acciones no lícitas, echando por tierra todo cuanto había conseguido de nosotros, y con nosotros: nuestra amistad. Igualmente, tampoco tenía ni idea de que iba a apreciar tanto a muchos de los que aquí he conocido. Tanto es así que somos una familia prácticamente. No me imagino los años próximos sin Jose, Ángel, Enrique, Gabri y el ya conocido Ismael. De la misma forma, Valentina, Anca, Andrea, Lorenzo, Fran, Raquel, Neiva, Marta, María, son importantes. Cuántas veces habremos ido al piso 82 después de almorzar para pasar allí el rato, sobre todo yo, haciendo tiempo para no quedarme dormido y marcharme después a clase.
Eso sí, el no saberlo es lo que le da ese matiz a la cosa por la que, cuando sucede, te alegras.





La segunda conclusión que extraigo de todo esto es que cualquier lugar es bueno para hacer amigos. No hace falta irse a vivir a una residencia para conocer a tanta gente competente. Un ejemplo de ello es mi actual relación con mis compañeros de clase. Reconozco que algo tarde, pero nos hemos unido bastante. Recuerdo que fue Álvaro al primero al que le extendí la mano el primer día, dándole un voto de confianza. Hoy, después de todo lo que ha pasado desde entonces, creo que es de las mejores cosas que hice ciertamente: cuando lo he necesitado, ha estado ahí, me ha demostrado ser más que un colega.
De la misma forma, aunque de forma más tardía, he conocido a Juan, Alba, Sheila, Blas, Francis ... y me alegro de ello: me han aportado bastante, y me lo pasé genial con ellos saliendo por el centro de Málaga.  Igualmente, cabe señalar las tantísimas risas que me he pegado con Gabri, con Marina, y con el señalado Álvaro en las clases de Cultura oyendo a Del Barco, o en cualquiera en realidad. Este tipo de cosas me hacen dar cuenta de lo que sucede, y según dijo Alba, en el primer semestre apenas conocía ella a nadie, al igual que yo; otros simplemente dejaron la carrera, y, en fin, cada cual toma sus decisiones. Pienso que esta es una de las recompensas que implica el seguir adelante, y es una buena recompensa. Si lo dejas, pierdes; si continúas, entra en juego la posibilidad de ganar.

Hago un viaje mental desde las clases de Juan Agustín a hoy, por ejemplo, y casi no puedo creerlo. El hecho de poder hacerlo me hace partícipe de la idea que con más frecuencia expreso: la fugacidad del tiempo. Pienso que, por más que escriba de ello, nunca me cansaré de decirlo, y la razón de ésto es de peso, tras pensar mucho he concluido: ¿no nace la filosofía de la admiración?, cuando te gusta algo, razonas, piensas, y buscas conclusiones sobre ello. Así pues, al parecer, algo que me fascina a mí es el tiempo: filosofo sobre ello. Y si en mi breve camino me cruzo con personas como tales, mejor que mejor. Hacen más ameno el camino, los estudios, la carrera. Sin lugar a dudas, el hombre es un ser social.

En general esa es la idea: en todos lados yacen buenas personas, dignas de conocer, y estamos determinados a hacerlo: a conocernos unos a otros y establecer vínculos. Claro que, dentro del determinio de "conocer gente", he tenido la suerte de que, en mi caso, sea a vosotros.




La tercera es que al vivir solo se aprecian cosas que, de no hacerlo, no se aprecian en realidad. Cuando eres tú mismo quien ha de comprar las cosas, o de ir a un sitio u otro a hacerlo andando porque no tienes coche es cuando te das cuenta del real valor de todo esto. Lavar los platos, lavar la ropa, ¡y que no se te pase hacerlo!, porque si se te pasa a ver con qué te vistes al día siguiente. Así pues, no lo es todo el hecho de cursar estudios universitarios fuera de casa. En ellos se aprende, claro que se aprende, y aquí hay mucha constancia del saber que albergo en mí gracias a ello, pero es innegable que también se aprende -y quizá se compara a lo estudiado en clases- con el hecho de vivir el día a día.

Vivir solo también implica administrar tu tiempo, y ser consciente de que aunque debes de estudiar, puedes no hacerlo si así lo prefieres, claro que esto conlleva repercusiones. Quizá no a corto, pero sí a largo plazo. Hay, pues, que mantener la cabeza sobre los hombros, procurando que no se suba a la cabeza ésto, y hacer lo que hay que hacer cuando hay que hacerlo para llevarlo todo al día. O al menos, lo que crea cada cual conveniente, dentro de su propia responsabilidad individual ¿De qué sirve salir una noche para relajarte si al día siguiente vas a estar cansado y no vas a estudiar? Hay que ir equilibrando e intentando elegir lo que convenga. Los hay más lanzados o más cuidadosos, yo soy de los que promulga el famoso término medio de Aristóteles, y así, intento tenerlo todo bajo control.

Reconozco que en ocasiones me excedo. El propio Ángel, al que le guardo muchísimo aprecio y él lo sabe (cuántas risas nos habremos pegado en mi apartamento, en el 12, ¿eh?) en algún momento, cuando rechacé el ir de fiesta una noche por quedarme estudiando aún no siendo periodo de exámenes, me dijo que era yo un fatiga. Ahora, después de todo aquello, él me ha reconocido que se va a esforzar más el año que viene, que tiene que hacerlo, que le sabe mal suspender, y yo le entiendo, porque si lo ha hecho ha sido por falta de constancia, no por falta de capacidad. Madrugar, ir a las clases, y estudiar a todos nos cuesta, pero no es nada imposible. Yo y mi ser fatiga estamos satisfechos con el trabajo realizado.




Reconozco también que en ocasiones he echado en falta a gente. Me siento cómodo en mi litera escribiendo, mirando por la ventana, esa litera que a Belén le causaba tanto interés y de la cual decía que "era guay". Lo era, yo lo pienso también. Me tumbaba con mi música en mis cascos y me olvidaba del mundo, pero, dentro de esa desmemoria artificial que yo mismo provocaba, venían a ella personas en forma de recuerdos, que por arte de magia conseguían hacerme ver que los necesitaba cerca. A algunos tuve la suerte de ver las veces que durante el curso me digné a hacer una aparición estelar por ésta mi ciudad, La Línea, pero a otros, aunque bajé, no pude verlos. Es lo que tiene el seguir creciendo, que aunque ganas, también pierdes, inevitablemente. Y dentro de este juego estamos todos.

Me he acordado mucho de Paula durante el presente curso. Así como de mis amigos: Jesús, Adri, Molina, Félix, Ethan, el gran Lil que sigue en Miami luchando, y tantos otros. Mi Bro, Ángel, con el cual hace mucho que no hablo casi nada, cuando antes hablábamos muy frecuentemente.
Es difícil marcharse y dejar atrás tanto, pero, más difícil a mi parecer es asimilar que no puedes hacer nada más y afrontar tus días así, atrapado en una espiral en la que lo que se habla es "paro", "crisis", "no hay ná' ", ... y en la que el que más tiene,  tiene un coche propio pero vive con sus padres. Hay que esforzarse. Jesús se marchó este año a Madrid y lo está consiguiendo, y confío que así sea para todos mis amigos.

Toda superación implica un esfuerzo, y por ello intento rendir al máximo. Que, si fracaso, no sea por falta de fuerzas, sino por incapacidad; y hasta el momento estoy demostrando tenerla. Además, ¿qué mayor motivación que el de estudiar y hacer sentir orgullosos a los tuyos de que haces bien tu labor? Y más aún: el saber que, si vuelvo, volveré con nuevas cosas que contar a ese gente que tanto aprecio guardo. A la gente que quiero.





Pues, después de todo, hay tiempo para todo. No tiene comparación el estudiar en la universidad, y menos aún si intentamos compararlo a los estudios en el Instituto. Algunos días la nostalgia se ha apoderado de mí y he echado de menos la experiencia que me llevé del bachillerato, con todo lo que eso conlleva (que no fue poco), pero reconozco también que aquí se vive de otra manera, y que, como digo siempre de casi todo, merece la pena.
Estudio muchísimo más que el año pasado. Tanto es así que en algunos días he pasado más horas en la sala de estudio que durmiendo, por ejemplo. Pero, igualmente, si muestro aquí las fotos que muestro es precisamente porque no todo es estudiar: hay tiempo para todo, como ya os digo.
Hemos salido en época de exámenes si se daba el caso, hemos estado gastando bromas o deambulando por la residencia a modo de descanso, de la particular forma que nosotros lo hacemos, ... Nos han culpado de ser los que hacían bromas telefónicas cuando nosotros también padecíamos tal mal, nos robaron en el piso y tuvimos que ir a poner una denuncia a la policía, tuvimos que comer fuera más de una vez porque no nos daba tiempo llegar a tal o cual sitio, ... Hemos estado estudiando en el piso o la hemos estado liando, con un par de botellas en la mesa; hemos estado escuchando música, hablando en voz baja, o he estado haciendo pesas en mi caso. Un gran contraste.

Una imagen dice más que mil palabras. Así que, observad, o preguntad a Chiqui y a Tamara por nosotros y que ellas os cuenten cómo somos y qué hacemos. ¡Qué mejor referencia que esa!




He aprendido algo más de cerca el valor de la amistad. Siempre he tenido presente ésto, y los que me conocen de cerca lo saben, pero reconozco que aquí me he dado cuenta de más cosas. Siempre cabe ser solidario con tus amigos. Recuerdo con una sonrisa dibujada en mi rostro aquel día en el que Enrique se quedó rezagado y perdió el autobús, y recuerdo también la forma en que se nos quitaron las ganas de reír cuando vimos que el chófer le cerró la puerta aun viendo que estaba a escasos metros de la puerta. Enrique, sin posibilidades, fue aminorando su carrera hasta detenerse y mirar cómo el autobús se iba sin él. Nosotros, como buenos amigos, le estuvimos esperando en la parada, por ver si éste venía en el siguiente... No fue así. Al día siguiente comentamos cómo nos fue la noche por separado, y sin problemas, al contrario, todo fueron risas. Y eso, el recordarlo con risas y sin rencor alguno, es precisamente lo que denota nuestra amistad. Parece ayer cuando los conocí, y dentro de poco hará un año ya desde entonces. En este transcurso han pasado tantas cosas que incluso me hacen creer que ha pasado más tiempo del que realmente ha sido.



Cuando echo una mirada atrás, veo lo bueno. Y me quedo con ese lanzamiento de pan que hizo Ángel, por ejemplo; ese bollo que me dejó dos días reventado; ese Gabri con las cosas que sólo podían pasarle a él y sus expresiones que tan nuestras son ya; Jose y sus ganas de fiesta cuando sale con nosotros; Ismael y las risas que nos hemos pegado los dos viendo películas, saliendo, o simplemente hablando en el cuarto; Enrique y nuestra costumbre de los chupitos en el Alquimia; ...




Al contrario de lo que mucha gente pueda pensar, no me he pegado tantas fiestas aquí en Málaga. En realidad he salido menos que en La Línea el año pasado, cuando estudiaba ese 2º de Bachillerato al que tanta gente teme y lanza aseveraciones angustiosas. Salí el año pasado cada fin de semana, incluso algún viernes, mientras que aquí, hasta bien entrado el curso no salí por la noche. La primera vez fue el día de mi dieciocho cumpleaños, con mis buenos amigos Jesús y Adri, que vinieron a darme una sorpresa que aún llevo dentro.
Claro que, -y he aquí una conclusión más- no hace falta irse de fiesta para pasarlo bien, y eso lo he aprendido con mi gente de aquí. Con ellos. Son innumerables las veces en las que me han visto caerme al suelo literalmente de la risa por culpa de Ángel, las veces que hemos estado en el sofá hablando, liándola por la residencia hasta el punto en que nos tuvieran que llamar la atención a veces, visitando pisos de otros compañeros, ... 



¿Cuántas han sido las broncas que nos ha echado Chiqui por poner las manos en los cristales?, y aun así, Ismael las sigue poniendo; y aun así, seguimos abriendo la ventana sin su permiso; y aun así, me dio un abrazo antes de venirme porque asegura que me echará de menos. Es así, yo también a ti, Chiqui.

La verdad es que, como decía más arriba, cualquier lugar es bueno para conocer a gente que merece la pena conocer, pero, lo cierto es que este año me he llevado muchas buenas sensaciones desde el principio. ¿Quién me iba a decir que cafetería iba a ser parte de mi casa?, me siento tan cómodo allí. Además, me da la sensación de que es recíproco el sentimiento, y que, aunque Tamara haga bromas con mi acento, cuando no voy a desayunar una mañana, me echa en falta. Al igual que me siento cómodo llendo a estudiar a la sala de estudio, y más aún si conozco a gente a la que echaré en falta el curso próximo. Así da gusto arriesgar.




Las sensaciones que me llevo me las llevo conmigo para siempre, de eso no cabe duda, y por nada del mundo las cambiaría. El dinero no puede comprar todo cuanto he ganado aquí, sinceramente.

Claro que, como en todo, uno se arrepiente a veces de algunas cosas. ¿Sabéis de qué me arrepiento? De haber conocido demasiado tarde algunas personas. Pienso que, bueno, "más vale tarde que nunca", y ese "arrepentirme" no deja de ser una queja superflua: si me quejo es porque sé que podrían haberme aportado más, y que son gente que merecen la pena. A Valentina la conocí tarde, a Paylor muy tarde, pero aún así, eso no quita que las echaré de menos. Y pienso que el sentimiento es recíproco.





Me sorprende la capacidad de sentir por los demás, de ver con los ojos del otro, de caminar en sus zapatos, que tienen muchas personas. Olga me demostró ese sentimiento, por ejemplo, al hablar con ella temas que con otros no tuve el valor de hacer. Es curioso, pero pronto vi que tendría que haber apostado antes por algunos, y haber desechado antes la compañía de otros. Después de todo, es normal, eso siempre pasa. Siempre uno va bifurcando caminos, entendiendo porqués sin buscarlos, y perdiéndose en la búsqueda de otros que sí se propone hallar. Ya dije en otro momento que hay dos formas de salir al mundo, y la visión pesimista aquí no tiene cabida. No hay que pensar en la lástima que da que Anca se vaya a Amsterdam, Paylor a Lyon, Lorenzo a Francia, Valentina posiblemente no vuelva de Rumanía, y Jose se vaya de la residencia el año que viene. No. Hay que pensar que tanto a Anca, como a Paylor y a mi gran colega Lorenzo les va a ir fenomenal en el extranjero, y hala, a disfrutar por ahí; a Valentina le irán las cosas bien también y entrará a estudiar lo que le gusta, la medicina, y de irle peor las cosas, miro el lado positivo: volverá el año que viene a España. Y Jose, sencillamente, seguirá con nosotros aunque no duerma bajo nuestro techo.




Si escribo tanto y de ésta forma que me caracteriza es porque todo lo que me pasa, o al menos, lo que filtro y tomo en consecuencia, capta mi atención y me hace pensar. Descartes decía que vivir sin filosofar es vivir con los ojos cerrados, sin la menor intención de abrirlos. Prácticamente me ocurre lo contrario: en ocasiones los tengo demasiado abiertos, por decirlo de algún modo. ¿Pensar tanto es malo?, quizá lo sea, pero es lo que hay. Para muchos salir a la calle será malo y peligroso, y sin embargo, quedándose en sus casas no arreglan nada: un infarto le puede dar a cualquiera, ¿o acaso no mueren los deportistas? Hagas lo que hagas serás siempre perseguido por una especie de destino que busca llevarte a tal o cual lugar, es por ello por lo que en cierto modo agradezco estudiar lo que estudio, donde lo estudio, y como lo estudio.
En mi aún breve paso por la universidad he conocido personas que han despertado interés en mí y que, fuera de lo descrito, me han demostrado ser competentes y hasta promover el cambio por esa filosofía que cada vez está más arrinconada y acusada de diversas cosas, a veces incluso incoherentes me atrevería a decir. Me siento orgulloso de ser el fundador de una Plataforma en defensa de ésta, junto a personajes con experiencia y que además son ya profesores de filosofía en secundaria. Todo no es estudiar, hay que estar al día de la situación, y hacer algo al respecto.


Éste es, a mi parecer, el mínimo homenaje que merece el primer curso de Universidad.
Ha sido un fantástico año. Espero que continúe la dinámica en los años próximos, y espero que todos esos que se despiden con abrazos y promesas de volver, lo hagan. De la misma forma, espero seguir viendo a los que seguirán el año que viene de la misma forma, con sonrisas, y si no, ya nos ocuparemos nosotros de hacerlo. Os echaré de menos a los que no estaréis, y pienso que no soy el único que concluye de la siguiente forma: esto... Esto es el paraíso.




Paradise - Coldplay



"And so lying underneath those stormy skies 
She'd say, oh, ohohohoh I know the sun must set to rise



This could be 
Para-para-paradise 
Para-para-paradise"


(...)


















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