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domingo, 21 de julio de 2013

"El avance no siempre implica mejoras"

El reloj sigue sin detenerse. Nunca lo hace, ciertamente, y cuando lo hace, más nos vale llevarlo a reparar, pues iremos atrasados con respecto al resto de relojes del mundo, y de todo el universo.

Al igual que el tiempo avanza, aunque a veces y con hechos que salen en las noticias día a día no lo parezca, la sociedad también avanza. Los hábitos cambian, las formas de pensar, las aspiraciones, la economía, y todo en su conjunto. Claro que, es observable como realmente (aunque tengamos una apreciación a grosso modo de que sí) no todo avanza en la misma línea: no todo va a mejor y deja atrás un pasado en el que fue peor, esto no siempre se da.
En la asignatura que peor llevaba el ya pasado curso de 1º de Filosofía, siendo ésta Conocimiento, Ciencia y Sociedad, estudié de cerca la tecnología, las implicaciones de la misma, y hechos como el que motivaron a Winner a escribir su obra "La ballena y el reactor". En un mismo paisaje, fundidos, un reactor nuclear (sí, como el que sale en los Simpsons, en el que trabaja Homer, una central) y una ballena. Desde el punto de vista antropológico diríamos que el reactor es una creación del hombre, es fruto de un proceso cultural, una construcción que supone un avance pues crea energía para la humanidad, y con ella, progreso: más capacidad. ¿Es esto realmente así? Los ecologistas echarían en cara a los políticos que dieron el visto bueno para la construcción de la edificación la presencia de animales, y el riesgo de éstos llegar a ser contaminados, pero lo cierto es que no solo esas ballenas podrían resultar contaminadas, sino que también lo son las personas. Claro que, viendo esa portada del libro de Winner, se nos olvida nuestra propia seguridad.

Esto no es un hecho aislado, ocurre lo mismo con los alimentos transgénicos: no paran de inyectarle cosas a tomates, plátanos, y demás, procedentes de otros productos, o incluso animales, para que así duren más tiempo y no pierdan sus características. Por ejemplo, si un tomate tarda en echarse a perder X días, ahora se le inyecta algo que lo hace durar X + 2 días. Y así sucesivamente. Por supuesto, aun estudiando esto en el colegio, a nadie le importa. Como tampoco a nadie le importa el hecho de estar sumidos en una economía que lucha por subsistir, mientras que sus integrantes luchan por llevar el nivel de vida más alto, y si es posible, más alto que el de mi vecino. Nadie lo ve, y quien lo ve es llamado loco por salirse del canon.

Yo lo veo. Veo todo eso, como también veo cosas menos abstractas y más de a pie, más al alcance de todos. Hace unos días vi a una muchacha en el asiento trasero de una moto escribiendo en su móvil smartphone, ¿es consciente del peligro que corre si el conductor toma una curva más pronunciada de lo debido, o si da un frenazo? Posiblemente no, pero estoy seguro de que aun explicándoselo, tampoco lo entenderá.
Nadie escribe cartas, todos mandan mensajes de whatsapp. Nadie te saluda a la primera, te conoce, y te invita a algo, ahora es más sencillo agregar a esa persona a Facebook, chatear con él, y si nos cae bien, quedar con él en persona ya sobre seguro. ¡Y lo digo yo, que soy de la nueva generación como quien dice! ¿Es eso progresar? Cada vez la gente cuida más su aspecto para salir a la calle, hasta el punto de optar por no salir, pues es más cómodo quedarse en casa atado a las redes sociales. No hay que vestirse para eso. ¿Hasta qué punto los avances de hoy día son avances?, pues que yo sepa, los móviles llevan ya bastante tiempo siendo lo que son, y el último avance como tal en ese ámbito fue el de la aparición de él mismo. Cámara de X megapíxeles, altavoz de no se cuántos, ... no dejan de ser minuencias: el gran avance fue la aparición del teléfono sin cable, del teléfono móvil, y desde entonces, ¿qué? Se libra una constante lucha por mejorar lo ya mejorado, haciéndolo siempre mejorable, y haciéndolo atractivo a ese consumidor que hace ya bastante que dejó de preocuparse por su propia salud. Puede parecer radical, pero esto es así en la mayoría de las personas. La filosofía, y ya no eso si queréis, pero el simple hecho de leer, de informarse, y de ir un poco más allá, te hace darte cuenta. Nunca es tarde. ¿Por qué pagar un contrato mensual de teléfono de treinta euros durante dos años si por mucho menos consigues uno que cumple los requisitos que buscas?
No buscan ya la utilidad, se busca la inutilidad. Se ha perdido la coherencia, se valora lo incoherente, y basta con abrir youtube y mirar en destacados: nadie visita los vídeos ilustrativos de Savater sobre los filósofos, los documentales de Da Vinci, etc; lo más visto son siempre videoclips sin sentido, en el que, en el mejor de los casos, el susodicho artista recita una canción.

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