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viernes, 26 de julio de 2013

"¿Se nos enseña a ser humanos?, ¿a tener humanidad?"


Imágenes de gente corriendo, con ansia de llegar a los hospitales a donar sangre. Personas cercanas al lugar de accidente, con familiares o amigos de personas implicadas en la tragedia o no, dándolo todo, ayudando, mostrando su incondicional apoyo sin esperar nada a cambio. Personas como aquel vecino que fue el primero en bajar a las vías, jugándose la vida por salvar a otros que ni tan siquiera fueron conscientes hasta ese día de su existencia. Familiares desesperados recogiendo las pocas pertenencias que les quedaban de sus seres queridos mientras, otros, recibían buenas noticias. Bomberos, policías, personal sanitario, y personas que profesionalmente no prestan un servicio al estado en un amplio despliegue en el que nada más importaba: había que ayudar cuanto antes, trabajando al máximo, codo con codo todos, dejando por una vez a un lado la situación del país, el paro, y demás cosas del mismo tipo. Se necesitaba valor, fuerza. El propio presidente del gobierno acude al lugar y muestra apoyo ante el gran espectáculo que allí estaba teniendo lugar, el cual era de entrada gratuita, libre acceso, y en el que se agradecía el más mínimo gesto de solidaridad, ya fueran unos minutos de silencio por las víctimas, como un no escribir nada en twitter a las 8 de la tarde. El príncipe Felipe y Letizia también acuden al lugar. Todo es poco, y todo, todo eso en su conjunto (y por separado, y de todas las formas posibles), es propio del ser humano.

La palabra humanidad se emplea con bastante frecuencia para referirse a un grupo bastante amplio de personas, así como también a lo antes descrito.
A ese dejarse llevar instintivo y demostrar que, aunque la razón no sea igual en todos, ante un suceso como este da igual el partido político al que esa persona pertenezca: está atrapada en un vagón, y tiene familia y posiblemente hijos, así, lo que prima es su seguridad, salvar su vida. El gesto. Es esa actitud heróica la que me fascina: la voluntad de poder que casi puede tocarse, se percibe en el ambiente. Héroes con ropa de trabajo, o con lo puesto; sin traje antibalas, sin capa, y sin superpoderes. Toda ese gente olvidó por un segundo el peligro que podían correr bajando a las vías a socorrer a aquellos pasajeros que a tan mal destino llegaron. Olvidaron a su vez su situación laboral, o la economía de casa, y cómo podría repercutirles negativamente el acto de valentía que estaban realizando. En contrapartida, aquel maquinista que en estos momentos sigue detenido por imprudencia, también olvidó lo que tenía a cargo: la vida de todos esos pasajeros que le cedieron a él la capacidad de decidir el destino.

En los medios también está de moda usar la palabra contraria, la de inhumano refiriéndose, paradójicamente, a personas que no muestran compasión, sentimientos, o que básicamente carecen de alguna forma de lo que es "propio" del ser humano.
"¡Somos humanos, somos humanos!" se le oye gritar a ésta persona, responsable de la conducción del tren, en una grabación, una vez había descarrilado. Mientras él gritaba, hacía por salir de la cabina, y sollozaba con que, de haber muertos, recaerían sobre su conciencia; en algún otro lugar, en otro vagón no muy lejano, otros se despedían para siempre.
Todo el mundo comete errores, pero de confirmarse la hipótesis más postulada que daría total sentido a lo ocurrido, y de no tener que ver con fallos técnicos, sino que todo recae sobre la persona en cuestión (a lo que todo apunta), a mi juicio, no es eso un error. Circular a más de el doble de la velocidad permitida, en éste caso a 190 km/h en una zona próxima a una curva difícil, teniendo a cargo a todos esos pasajeros, eso no es equivocarse, es jugar a la ruleta rusa con vidas prestadas que te confían su viaje. No es un "accidente" como tal a mi parecer, pues teniendo en cuenta la velocidad a la que iba estaba casi totalmente claro cuál sería el desenlace de ésta historia. Y ésto me recuerda al caso de Ortega Cano, que dando positivo en la prueba de alcoholemia se cobró la vida de una persona inocente que tan pacíficamente conducía su vehículo por carretera, mientras él salía ileso; o al caso de farruquito, que además de atropellar mortalmente a una persona inocente que cruzaba un paso de peatones, huyó de la escena, sin siquiera socorrer a éste. Y, ¿qué hay del capitán del Costa Concordia? Al igual que los al principio mencionados los califico como héroes, a éste lo califico como la personificación de cobardía. Todos estos tienen algo en común, y es que a pesar de hacer un mal, una tragedia, o al menos opositar casi de forma activa en crearla, salieron todos ilesos. Y por si fuera poco, aún hay quien se acerca y aprovecha el momento con otros fines. Fines políticos, fines meramente burocráticos. Un consejo desde aquí hacia la moncloa: si vais a emitir un mensaje a las familias de los afectados, expresándoles vuestras más sentidas condolencias, ¿qué menos que os molestéis en redactarlo por vosotros mismos? No hagáis un copia y pega de otra carta enviada a China. Un respeto.


Ante este tipo de hechos no puedo evitar plantearme si realmente todos contamos con esa humanidad con la que cuentan esos héroes que aparecen en la fotografía. ¿Es algo innato o, por egoísta que pueda parecer, se aprende de alguna forma a tener a ser compasivos, altruistas, y se añade ésto a nuestra circunstancia para usarlo como herramienta en nuestras vidas? Por desgracia he tenido contacto con personas que corroboran lo expuesto, los cuales prefieren hundir si pueden al prójimo en vez de ayudar en lo que esté en su mano.
Como siempre, surgen dos preguntas por cada respuesta, y, en éste caso son éstas las que planteo:
¿Se nos enseña a ser humanos?, ¿a tener humanidad? 


Vecinos, familiares, amigos y fuerzas del Estado trabajan en consenso por encontrar supervivientes y salvar a las víctimas en la tragedia del tren descarrilado en Santiago de Compostela, el 24 de Julio de 2013.

El simple hecho de postular la hipótesis es del todo inhumano.








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