Imagen blog.

Imagen blog.

jueves, 1 de octubre de 2015

Declaración de intenciones y algunas aclaraciones.


De nuevo me encuentro frente al ordenador cuestionando el porqué de lo que hago. De nuevo, intentando encontrar las palabras adecuadas para, en unos versos, hacer llegar a algunos conclusiones que obtuve tras la lectura de varios libros. Es complicado, a veces, entendernos a nosotros los filósofos. Mucho más complicado, me imagino, será comprendernos a aquellos que además filosofamos, valga la picardía y la sorna con la que digo lo que digo. Son muchas horas expresadas en unas líneas que han de cogerse al vuelo cual snitch dorada de Harry Potter por personas que, en definitiva, tienen otros puntos de vista o no tienen del todo claro qué supone el quehacer o la circunstancia de la que habla Ortega y Gasset. Es complicada mi tarea así como la suya. Es complicado mi quehacer orteguiano contando con el estigma kantiano que dice así "la estética es el recreo de la filosofía". Sin más, pretendo en las siguientes líneas no extenderme demasiado y escribir una precaria declaración de intenciones, así como desdibujar algunas aclaraciones para que, quien se interese, sepa "leer" aquello que escribo.

“La biografía siempre presente en la obra”. Cuando afirmo esto se me acusa de varias cosas: intrusionismo en el Arte es una, otra es que considero Arte a cualquier cosa, así como otra bien puede ser que no tengo en cuenta que hay arte que no es autobiográfico o que, sencillamente, no compete la biografía del autor. Bien, respondo.
Cuando enuncio estas palabras, sin ir más lejos, no hablo de Arte sino de arte. Hablo de arte en un sentido que, influenciado por algunas lecturas, le atribuyo yo mismo. No me refiero al Arte de las Bellas Artes ni al arte que puramente estudia la Historia del Arte (recordemos, pues, que soy filósofo y estudio filosofía). Me refiero, sin más preámbulos, a arte como a lo producido por una persona con cierta libertad a la hora de producirlo, como algo que hace suyo con la manera de hacerlo. LIbertado no en el sentido precario de libre albedrío, sino en motivos mucho más reducidos (ejemplo: mi madre me manda comprar el pan y voy por éste camino o por aquel otro. Lo que hago lo hago como fruto de un mandato, de acuerdo, pero yo elijo el modo). Lo llamo arte y no artesanía porque en mi concepción estética de la persona concibo que su actuar propio, que en su “elegir” dentro de su circunstancia (por muy reducido que este resulte, por más que haya que llevar a cabo una investigación minuciosa para determinar dónde reside dicha libertad de la que hablo) y, con ello, llevar a cabo una u otra proyección de vida e intentar que ésta se adecue lo más posible a lo que pretende, ya no realiza simplemente una artesanía, sino que se trata de algo más: elabora una obra de arte; y por tanto, hablo de artista. Elabora su obra de arte: su vida, la de su existencia que no le viene dada (quizás si determinada, pero no construida). La ha construido él con los materiales que su familia, su gobierno, su país de nacimiento, sus recursos, le han brindado. 
Repito: es una concepción filosófica y un término, si cabe, prácticamente acuñado por mí tras la lectura de varios autores de filosofía. Consiste en una reflexión. No hablo del arte que estudia la Historia del Arte necesariamente, aunque algunas veces tome algunos de sus ejemplos.

Dicho esto queda claro, a mi parecer, que no considero Arte cualquier cosa, pues hablo de "arte" (valga la diferencia entre el primer Arte con mayúscula y el segundo con minúscula). En segundo lugar, creo que queda claro que no se produce intrusionismo alguno (al menos en principio, veremos a ver a dónde me deparan estos derroteros que hoy encauzo) pues mi motivo es puramente ético-estético, y si utilizo el arte lo utilizo como ejemplo, para enunciarlo. No pretendo re-teorizar el Arte, llevarle la contraria a la Historia (ni a mis buenos compañeros los historiadores del arte), otorgarle un nuevo significado, ni atribuirle una nueva definición. Eso lo dejo en manos de los historiadores. No pretendo hablar de arte, sino pensarlo. Hacer lo que me es propio: filosofar.
Por último, quisiera expresar que cuando me refiero a aquello de que el arte es biográfico (ya dando por sentado que cuando aquellos que me leen ven escrita la palabra “arte” reconocen el sentido que le atribuyo a ese vocablo ya descrito más arriba) me refiero a que en él está presente la vida del autor, de una u otra forma. Expresada de modo directo o indirecto. Desde cosas tan vanales como la calidad de los materiales que utiliza (pueden ser mejores o peores, según su situación económica, por ejemplo) hasta el cómo llevar a cabo su “arte” (si con las manos, si con los pies, con pintura, con su cuerpo, encargándoselo a otro, escribiendo un libro).


Para muchos será complicado entender cómo concibo que aquel que encarga la obra y aquel que la realiza sean para mí considerados “artistas”, lo entiendo. Y es que, como ya dije más arriba: no hablo de artista en sentido de Arte, de Bellas Artes, etcétera; le doy una nueva significación al término. Una de la que ya algo se ha escrito. Hago filosofía y no historia. Contemplo de modo estético a la persona ética (mi motivo en todo esto, repito: ético-estético). Esa persona que actúa o hace algo (obra, podríamos decir) su “obra”; y que, dicho actuar (dicho obrar, podríamos decir igualmente) constituye su, valga la burda repetición de conceptos para así llegar de mejor modo a la comprensión de todo esto que expreso, “obra de arte”: obra porque está hecha (de mejor o peor modo, con genialidad o sin ella: el chico que acaba de estudiar y se dedica a trabajar, y aquel que consigue ser astronauta, ambos igualmente artistas de sí, han construido su existencia de uno u otro modo), y de arte porque está producida por lo que yo llamo artista (una persona cualquiera, cuente con Genio o sin él, sea hombre o mujer, se le den bien las Artes o no, ...). 


No hay comentarios:

Publicar un comentario